– «Finalmente, aquí
aprendemos también la ‘lección del trabajo’. Nazaret, la
casa del “hijo del Artesano”: cómo deseamos comprender más en este lugar la austera pero
redentora ley del trabajo humano y exaltarla debidamente». Catecismo 533.
– «El trabajo [...] puede ser también redentor». Catecismo 2427.
– «Sentido causativo (solo Dios santifica, hace santo)». Catecismo 2807.
Catecismo
de la Iglesia Católica, nn. 533. 2427-2428. 2807.
Los
misterios de la vida oculta de Jesús
533 La vida oculta de Nazaret permite a todos entrar en
comunión con Jesús a través de los caminos más ordinarios de la vida humana:
«Nazaret
es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde
se inicia el conocimiento de su Evangelio. [...] Su primera lección es el ‘silencio’.
Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio,
este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para
nosotros. [...] Se nos ofrece además una lección de ‘vida
familiar’. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión
de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable. [...]
Finalmente, aquí aprendemos también la ‘lección del trabajo’. Nazaret, la
casa del “hijo del Artesano”: cómo deseamos comprender más en este lugar la
austera pero redentora ley del trabajo humano y exaltarla debidamente. [...]
Queremos finalmente saludar desde aquí a todos los trabajadores del mundo y
señalarles al gran modelo, al hermano divino» (Pablo VI, ‘Homilía
en el templo de la Anunciación de la Virgen María en Nazaret’ (5 de enero de 1964).
Actividad
económica y justicia social
2427 El ‘trabajo humano’ procede
directamente de personas creadas a imagen de Dios y llamadas a prolongar, unidas
y para mutuo beneficio, la obra de la creación dominando la tierra (cf Gn
1, 28; GS 34; CA 31). El trabajo es, por
tanto, un deber: “Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” (2 Ts 3, 10; cf
1 Ts 4, 11). El trabajo
honra los dones del Creador y los talentos recibidos. Puede ser también
redentor. Soportando el peso del trabajo (cf Gn 3, 14-19), en unión con Jesús, el
carpintero de Nazaret y el crucificado del Calvario, el hombre colabora en
cierta manera con el Hijo de Dios en su obra redentora. Se muestra como
discípulo de Cristo llevando la Cruz cada día, en la actividad que está llamado
a realizar (cf LE 27). El trabajo puede ser
un medio de santificación y de animación de las realidades terrenas en el
espíritu de Cristo.
2428 En el trabajo, la persona ejerce y aplica una parte de las
capacidades inscritas en su naturaleza. El valor primordial del trabajo
pertenece al hombre mismo, que es su autor y su destinatario. El trabajo es
para el hombre y no el hombre para el trabajo (cf LE 6).
Cada
cual debe poder sacar del trabajo los medios para sustentar su vida y la de los
suyos, y para prestar servicio a la comunidad humana.
«Santificado
sea tu nombre»
2807 El término “santificar” debe entenderse aquí, en primer
lugar, no en su sentido causativo (solo Dios santifica, hace santo) sino sobre
todo en un sentido estimativo: reconocer como santo, tratar de una manera
santa. Así es como, en la adoración, esta invocación se entiende a veces como
una alabanza y una acción de gracias (cf Sal 111, 9; Lc 1, 49). Pero esta petición es enseñada por
Jesús como algo a desear profundamente y como proyecto en que Dios y el hombre
se comprometen. Desde la primera petición a nuestro Padre, estamos sumergidos
en el misterio íntimo de su Divinidad y en el drama de la salvación de nuestra
humanidad. Pedirle que su Nombre sea santificado nos implica en “el benévolo
designio que Él se propuso de antemano” (Ef 1, 9) para que nosotros seamos “santos e
inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef 1, 4).
[Latine]
‘Catechismus Catholicae Ecclesiae’, nn. 533. 2427-2428. 2807.
Mysteria vitae occultae
Iesu
533 Vita occulta
Nazarethana omnibus permittit hominibus per vias vitae maxime quotidianas cum
Iesu communionem habere:
«Nazarena domus schola est, in qua incipit Christi vita dignosci:
Evangelii nempe schola. [...] ‘Silentium’ enim haec docet
imprimis. Utinam optima in nobis revirescat silentii aestimatio, mirandi nempe
huius ac necessarii mentis habitus [...]. ‘Domesticam’ hic praeterea ‘vivendi’
percipimus ‘rationem’. Nos sane Nazareth admoneat quid sit familia, quid
eius communio dilectionis, eius gravis ac nitida pulchritudo, sacra eius
inviolabilisque proprietas [...]. ‘Operis’ denique hic cognoscimus ‘disciplinam’.
O Nazarena sedes, fabri Filii domus, hic potissimum severam quidem sed
redemptricem laboris humani legem intellegere optamus et celebrare [...]; hic
denique totius mundi operariis salutem volumus nuntiare, iisdemque magnum
exemplar ostendere, divinum fratrem» (Paulus VI, ‘Homilia in templo
Annuntiationis beatae Mariae Virginis in Nazareth’ [5 ianuarii 1964]:
AAS 56 [1964] 167-168).
Activitas oeconomica et
iustitia socialis
2427 ‘Labor humanus’ immediate provenit
a personis, quae ad imaginem Dei sunt creatae quaeque vocantur ut aliae cum
aliis et pro aliis opus creationis prorogent terrae dominando (cf Gn 1, 28;
Concilium Vaticanum II, Const. past. ‘Gaudium et spes’, 34: AAS 58 [1966]
1052-1053; Ioannes Paulus II, Litt. enc. ‘Centesimus annus’, 31: AAS 83 [1991]
831-832). Labor igitur est officium: «Si quis non vult operari, nec manducet» (2
Thess 3, 10; cf 1 Thess 4, 11). Labor dona honorat
Creatoris et accepta talenta. Potest etiam redemptivus esse. Homo, poenam
sustinens (cf Gn 3, 14-19) laboris in unione cum Iesu, operario
ex Nazareth et crucifixo in Calvario, quodammodo cum Filio Dei collaborat in
Eius opere redemptivo. Sese Christi manifestat discipulum, crucem quotidie
gestans in activitate ad quam vocatur adimplendam (cf Ioannes Paulus II, Litt.
enc. ‘Laborem exercens’, 27: AAS 73 [1981] 644-647). Labor esse
potest sanctificationis medium et realitatum terrestrium animatio in Christi
Spiritu.
2428 Persona, in labore, exercet et perficit partem
facultatum in sua natura inscriptarum. Valor primordialis laboris pertinet ad
hominem, qui eius auctor est et scopus. Labor est pro homine, non homo pro
labore (cf Ioannes Paulus II, Litt. enc. ‘Laborem exercens’, 6: AAS 73 [1981]
589-592).
Unusquisque in labore
debet media haurire posse ad subveniendum suae vitae eique suorum, et ad reddendum
communitati humanae servitium.
«Sanctificetur Nomen
Tuum»
2807 Verbum «sanctificare» debet hic intelligi, non
imprimis suo sensu causativo (solus Deus sanctificat, sanctum efficit), sed
praecipue sensu aestimativo: tamquam sanctum agnoscere, sancte tractare. Sic in
adoratione, haec invocatio quandoque tamquam laus intelligitur et gratiarum
actio (cf Ps 111, 9; Lc 1, 49). Sed Iesus nos hanc
docuit petitionem tamquam optativam formam: petitionem, desiderium et
exspectationem in qua Deus et homo innectuntur. Inde a prima petitione
orationis in intimum Eius divinitatis immergimur mysterium et in drama salutis
humanitatis nostrae. Petere ut Nomen Eius sanctificetur nos implicat in «beneplacitum
Eius quod proposuit» (Eph 1, 9), «ut essemus sancti et immaculati in
conspectu Eius in caritate» (Eph 1, 4).
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