12. Con la actual difusión de los métodos orientales de
meditación en el mundo cristiano y en las comunidades eclesiales, nos
encontramos ante un poderoso intento, no exento de riesgos y errores, de
mezclar la meditación cristiana con la no cristiana.
Las propuestas en este sentido son numerosas y más o menos
radicales:
– {12.1} algunas
utilizan métodos orientales con el único fin de conseguir la preparación
psicofísica para una contemplación realmente cristiana;
– {12.2} otras
van más allá y buscan originar, con diversas técnicas, experiencias
espirituales análogas a las que se mencionan en los escritos de ciertos
místicos católicos {véase, por ejemplo, ‘The
Cloud of Unknowing’ [«Nubes non-scientiae»] “La nube del no saber”, obra
espiritual de un escritor anónimo inglés del siglo XIV};
– {12.3} otras
incluso no temen colocar aquel absoluto sin imágenes y conceptos, propio de la
teoría budista {el concepto “nirvana” se entiende, en los textos religiosos del
budismo, como un estado de quietud que consiste en la anulación de toda
realidad concreta por ser transitoria y, precisamente por eso, decepcionante y
dolorosa}, en el mismo plano de la majestad de Dios, revelada en Cristo, que se
eleva por encima de la realidad finita;
– {12.4} para tal
fin, se sirven de una «teología negativa» que trascienda cualquier afirmación
que tenga algún contenido sobre Dios, negando que las criaturas del mundo
puedan mostrar algún vestigio, ni siquiera mínimo, que remita a la infinitud de
Dios.
Por esto, proponen abandonar no sólo la meditación de las
obras salvíficas que el Dios de la Antigua y Nueva Alianza ha realizado en la
historia, sino también la misma idea de Dios, Uno y Trino, que es Amor, en
favor de una inmersión «en el abismo indeterminado de la divinidad».
{El Maestro Eckhart habla de una inmersión ‘in den weiselosen Abgrund der Gottheit, der
eine Finsternis ist, in der das Licht der Dreifaltigkeit nie geschienen hat’
[«in indeterminatam Divinitatis abyssum», quae sunt «tenebrae in quibus
Trinitatis lux nunquam refulsit»] “en el abismo indeterminado de la divinidad”
que es una “tiniebla en la cual la luz de la Trinidad nunca ha resplandecido”.
Cf. Sermo “Ave gratia plena”, al
final (J. Quint, ‘Deutsche Predigten und
Traktate’, Hanser 1955, p. 261)}.
Fuente:
Congregatio pro
Doctrina Fidei, Carta a los obispos de la
Iglesia católica ‘Orationis formas’, sobre algunos aspectos de la meditación
cristiana – (Epistula ad totius Catholicae Ecclesiae Episcopos de
quibusdam rationibus christianae meditationis), 15 de octubre de 1989, n. 12
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