Oh gloriosísimo príncipe
Oh gloriosísimo príncipe de las celestiales milicias, san Miguel Arcángel, defendednos en el combate y en la terrible lucha que sostenemos contra los Principados y las Potestades, contra los príncipes de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos. Venid en auxilio de los hombres, que Dios creó inmortales, formó a su imagen y semejanza y rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Pelead, en este día, con el ejército de los santos Ángeles, las batallas del Señor, como ya peleasteis contra el jefe de los soberbios, Lucifer, y contra sus ángeles apóstatas, que fueron impotentes para resistiros y para los cuales no hubo ya lugar en el cielo. Y aquel ángel rebelde, transformado en ángel de tinieblas que todavía se arrastra por la tierra para nuestra ruina, fue precipitado con sus secuaces en los abismos. Mas he aquí que aquel primer enemigo y homicida ha tomado nuevos bríos. Transfigurado en ángel de luz, va dando vueltas, con toda la turba de los malignos espíritus, para invadir la tierra y desterrar el nombre de Dios y de su Cristo, para arrebatar, matar y precipitar en la eterna perdición las almas destinadas a la eterna corona de la gloria. Este dragón maligno, inocula, como río inmundo, en los de mente torcida y corrompido corazón, el veneno de su malicia, el espíritu de mentira, de impiedad y de blasfemia, el hálito pestífero de la impureza, de todos los vicios y de toda iniquidad. Enemigos llenos de astucia han colmado de amargura, han saturado de hiel la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado y han puesto sus impías manos sobre las cosas más santas. Vos, pues, oh príncipe invictísimo, socorred contra las acometidas de los espíritus réprobos al pueblo de Dios y dadnos la victoria. Amén.
Enchiridion indulgentiarum. Preces et pia opera [MCMLII], conc. 446.
Indulgencia de quinientos días. (León XIII, Motu Propr., 25 sept. 1888; S. Pen. Ap., 4 mayo 1934).
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