«... Y si se
trata de la disciplina, tan especial en sus formas, de los requetés, no nos
resistimos a traer aquí, de la pluma magistral del general Vigón, una anécdota
que la retrata:
“En los primeros
días de septiembre de 1936, la tarde que siguió a la conquista de la línea de
San Marcial, el bizarrísimo coronel Beorlegui, que mandaba la columna que había
llevado la operación, presenciaba complacido el desfile de sus improvisados
guerreros, sentado en el pretil de un puente de la carretera de Behobia. Pasaba
un tercio de requetés que se había batido bravamente, y al paso, saludaban
aquellos muchachotes navarros sin la menor marcialidad, pero con el mejor aire
campesino y apresurado. Parecióle al coronel que sería cosa de ir componiéndoles
un buen gesto militar a aquellos valientes, y encarándose con uno cualquiera de
los que pasaban le detuvo, interrogándole bruscamente:
– Pero oye,
muchacho, ¿es que tú no sabes saludar?
– ¡Sí, señor!
– Pues anda –repuso
el coronel–, pasa otra vez y saluda como es debido.
Volvió atrás el
mozo, desembarazadamente, tomó de nuevo el camino con toda naturalidad, y al
pasar por delante del coronel le dirigió una mirada limpia y confiada, y con la
mejor de sus sonrisas exclamó:
– ¡Adiós,
Beorlegui!
Yo no digo que
esta práctica sea absolutamente recomendable; pero entre el saludo correcto y
abstracto del oficial de Maurois, y el torpe y cordialísimo de aquel requeté de
San Marcial, siempre optaría por el segundo”. (JORGE VIGÓN, ‘El Espíritu militar español. Réplica a
Alfredo de Vigny’. Biblioteca del Pensamiento Actual.– Ediciones Rialp,
S.A. Madrid, 1960, pág. 87)».
→ FUENTE:
General LUIS REDONDO y Comandante JUAN DE ZAVALA, ‘El Requeté (La Tradición no muere)’. Historia de la Cruzada (Tomo
3), de Ediciones Españolas, S.A. Madrid.– Editorial AHR Barcelona, 1957 (primera
edición), págs. 121-122. 169.
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