Lutero: una "idea loca"
que ha evolucionado en herejía y cisma
que ha evolucionado en herejía y cisma
por Jorge Mario Bergoglio (1985/2013)
Muchas veces, San Ignacio ha sido definido como el bastión
de la Contrarreforma. Esto es verdad; sin embargo […] los jesuitas estaban más
preocupados con Calvino que con Lutero. […] Habían descubierto con perspicacia
que ahí se escondía el verdadero peligro para la Iglesia.
Calvino ha sido el gran pensador de la Reforma protestante,
quien la ha organizado y conducido en el plano de la cultura, de la sociedad de
la Iglesia; ha plasmado una organización que Lutero no se había propuesto.
Éste, el alemán impetuoso que probablemente había proyectado al máximo dar vida
a una Iglesia nacional, es releído y reorganizado por aquél francés frío, un
genio latino versado en jurisprudencia, que era Calvino.
Lutero era visto como un hereje. Calvino, además, como un
cismático. Me explico. La herejía –por usar la definición de Chesterton– es una
idea buena que ha enloquecido. Cuando la Iglesia no puede curar su locura,
entonces se transforma en un cisma. El cisma implica ruptura, división,
separación, consolidación independiente; va creciendo por pasos sucesivos hasta
conquistar una propia autonomía. San Ignacio y sus sucesores combatirán contra
la herejía cismática.
Y, ¿cuál es el cisma calvinista que provocará la lucha de
Ignacio y de los primeros jesuitas? Se trata de un cisma que afecta tres áreas:
el hombre, la sociedad y la Iglesia. […]
– En el hombre, el calvinismo provocará el cisma entre razón
y emoción. Separa la razón del corazón. En el plano emotivo, el hombre de aquél
siglo, y bajo la influencia luterana, vivía la angustia por la propia
salvación. Y, según Calvino, de esa angustia no había que preocuparse. Contaba
solamente preocuparse de las cuestiones de la inteligencia y de la voluntad.
Este es el origen de la miseria calvinista: una disciplina
rígida con una gran desconfianza a lo que es vital, cuyo fundamento es la fe en
la total corrupción de la naturaleza humana, que puede ser ordenada solamente
por la superestructura de la acción del hombre. Calvino cumple un cisma dentro
del hombre: entre la razón y el corazón.
Más aún, Calvino provoca otro cisma en la razón misma: entre
el conocimiento positivo y el conocimiento especulativo. Se trata del
cientificismo que rompe la unidad metafísica y provoca un cisma en el proceso
intelectivo del hombre. Todo objeto científico se asume como absoluto. La
ciencia más segura es la geometría. Los teoremas geométricos serán una guía
segura de referencia del pensamiento. Este cisma, que se da en la misma razón
humana, afecta a toda la tradición especulativa de la Iglesia y a toda la
tradición humanística. […]
– El cisma calvinista afecta también a la sociedad, que
resultará dividida. Como portadoras de salvación Calvino privilegia las clases
burguesas. […] Esto implica y comporta un revolucionario menosprecio de los
pueblos. Ya no hay ni pueblo ni nación, y, al contrario, se configura una
internacional de la burguesía.
Con un anacronismo podríamos aplicar aquí la fórmula de
Marx: "Burgueses de todo el mundo, uníos", despreciando cualquier
significado de la nobleza de los pueblos. Con esta actitud Calvino es el
verdadero padre del liberalismo, que ha sido un golpe político al corazón de
los pueblos, a su modo de ser y de expresarse, a su cultura, a su manera de ser
cívica, política, artística y religiosa.
Probablemente en el plano social esto es más evidente en la
elaboración, primero de Hobbes (según el cual los hombres debían convivir por
medio del engaño y de la fuerza, mientras que el Estado, "moderno
Leviatán", existía sencillamente para tener a raya los egoísmos y evitar
la anarquía, legitimando una lógica de dominio, dado que ya no había ninguna
ley natural), y después de Locke, mucho más sofisticado, pero no menos cruel.
Hobbes reivindica el "poder" sin corazón, con una
justificación absolutista y racionalista. Locke reviste todo esto con una
"compostura civil" y busca redefinir la sociedad excluyendo al
pueblo.
La postura de Locke es la siguiente: parte de la admisión de
un cierto derecho natural y se sirve del slogan "la razón enseña
que…", para después deducir –como por magia– conclusiones que justifican
ese cisma social: el hombre –puesto que supera la propia corrupción natural por
medio del activismo– puede poseer el fruto de su trabajo siempre que ese fruto
no sea corruptible. He aquí que nace la moneda y la índole monetarista del
liberalismo.
Además, la razón enseña que el hombre tiene derecho a
comprar trabajo. Y con esto se dan dos tipos de trabajadores: los que poseen
bienes no corruptibles y los que no los poseen. El Estado tiene la función de
mantener el orden entre estas dos categorías de trabajadores evitando la
rebelión de estos contra los primeros. En el fondo, el pensamiento
calvinista-cismático-liberal está reivindicando para el segundo grupo de
trabajadores el poder de rebelión, lo que hoy llamaríamos la rebelión del
proletariado. En última instancia, el marxismo es el hijo obligado del
liberalismo.
– En tercer lugar, el cisma calvinista hiere a la Iglesia.
[…] Sustituye la universalidad del pueblo de Dios con el internacionalismo de
la burguesía. […] Decapita el pueblo de Dios de la unidad con el Padre.
Decapita todas las cofradías de los oficios privándolas de los santos. Y,
suprimiendo la misa, priva al pueblo de Dios de la mediación en Cristo
realmente presente. […]
En el fondo Calvino había intentado salvar al hombre, al que
la perspectiva luterana había precipitado en la angustia. En Lutero se
manifiesta la intención de salvar al hombre del paganismo del renacimiento,
pero esa intención había evolucionado hacia una "idea loca", es
decir, en herejía. Por eso Calvino, con la frialdad legislativa que le
caracteriza, parte del angustioso planteamiento luterano y evoluciona así: el
hombre está corrompido; por consiguiente, disciplina.
De aquí nace lo que conocemos como el "rigor
protestante". Éste propone signos de salvación diferentes de aquellos
católicos –los que hemos citado antes–, y el signo es el trabajo acumulativo.
Casi como si pretendiera identificar los frutos del trabajo con los signos de
la salvación. Podríamos simplificarlo de manera caricatural con este axioma:
"Serás salvado si adquieres la riqueza que se obtiene con el
trabajo". Y he aquí plasmada la clase burguesa.
– A partir del planteamiento luterano, si somos coherentes,
quedan solamente dos posibilidades entre las cuales optar en el curso de la
historia: o el hombre se disuelve en su angustia y ya no es nada (y es la
consecuencia del existencialismo ateo), o bien el hombre, basándose en esa
misma angustia y corrupción, da un salto en el vacío y se autodefine
superhombre (es la opción de Nietzsche).
En el fondo Nietzsche regenera a Hobbes, en el sentido de
que la "última ratio" del hombre es el poder. El dominio es posible
solamente contra el amor, a partir de la contraposición, en el hombre, entre la
razón y el corazón. Un tal poder, como "última ratio", implica la
muerte de Dios. Se trata de un paganismo que, en los casos del nazismo y del
marxismo, adquirirá formas organizadas en sistemas políticos.
La perspectiva luterana, porque se fundamenta en el divorcio
mismo entre la fe y la religión (efectivamente, concibe la fe como la única
salvación, y acusa a la religión –los actos de religión, la piedad, etc.– de
ser una mera manipulación de Dios), genera divorcio y cisma; comporta toda
clase de individualismos que, en el plano social, afirman su hegemonía.
Toda hegemonía, tanto religiosa, política, social o
espiritual, encuentra aquí su origen.
Jorge Mario Bergoglio (1985/2013)
_________
En 1985, cuando pronunció esta conferencia, Jorge Mario
Bergoglio tenía 49 años y era rector del Colegio Máximo de San Miguel. De 1973
a 1979 había sido provincial de la Compañía de Jesús en Argentina. Se ha vuelto
a publicar tal cual, en español, en un libro que ha autorizado de hecho, salido
después de su elección como Papa:
Fuente: Sandro
Magister - Chiesa
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