Acta Francisci Pp., Acta
Apostolicae Sedis – Commentarium Officiale 108 [2016] pp. 1074
Summus Pontifex decernit ut duo
Documenta quae praecedunt edantur per publicationem in situ electronico
Vaticano et in Actis Apostolicae Sedis, velut Magisterium authenticum.
Ex Aedibus Vaticanis, die V
mensis Iunii anno MMXVII
Petrus Card. Parolin
Secretarius Status
Ad Excellentissimum Dominum Sergium Alfredum Fenoy, delegatum Regionis Pastoralis
Bonaërensis, necnon adiunctum documentum (de praecipuis rationibus usui capitis
VIII Adhortationis post-synodalis “Amoris Laetitia”).
CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS OBISPOS DE LA REGIÓN PASTORAL DE BUENOS AIRES
EN RESPUESTA AL DOCUMENTO
"CRITERIOS BÁSICOS PARA LA APLICACIÓN DEL
CAPÍTULO VIII DE LA AMORIS LAETITIA"
Mons. Sergio Alfredo Fenoy
Delegado de la Región Pastoral Buenos Aires
Querido hermano:
Recibí el escrito de la Región Pastoral Buenos
Aires “Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris
laetitia”. Muchas gracias por habérmelo enviado; y los felicito por el
trabajo que se han tomado: un verdadero ejemplo de acompañamiento a los
sacerdotes... y todos sabemos cuánto es necesaria esta cercanía del obispo con
su clero y del clero con el obispo. El prójimo “más prójimo” del obispo es el
sacerdote, y el mandamiento de amar al prójimo como a sí mismo comienza, para
nosotros obispos, precisamente con nuestros curas.
El escrito es muy bueno y explícita cabalmente el
sentido del capítulo VIII de Amoris laetitia. No hay otras
interpretaciones. Y estoy seguro de que hará mucho bien. Que el Señor les
retribuya este esfuerzo de caridad pastoral.
Y es precisamente la caridad pastoral la que nos mueve
a salir para encontrar a los alejados y, una vez encontrados, a iniciar un
camino de acogida, acompañamiento, discernimiento e integración en la comunidad
eclesial. Sabemos que esto es fatigoso, se trata de una pastoral “cuerpo a
cuerpo” no satisfecha con mediaciones programáticas, organizativas o legales,
si bien necesarias. Simplemente: acoger, acompañar, discernir, integrar. De
estas cuatro actitudes pastorales la menos cultivada y practicada es el
discernimiento; y considero urgente la formación en el discernimiento, personal
y comunitario, en nuestros Seminarios y Presbiterios.
Finalmente quisiera recordar que Amoris laetitia fue el fruto del trabajo y
la oración de toda la Iglesia, con la mediación de dos Sínodos y del Papa. Por
ello les recomiendo una catequesis completa de la Exhortación que ciertamente
ayudará al crecimiento, consolidación y santidad de la familia.
Nuevamente les agradezco el trabajo hecho y los animo
a seguir adelante, en las diversas comunidades de las diócesis, con el estudio
y la catequesis de Amoris laetitia.
Por favor, no se olviden de rezar y hacer rezar por
mí.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
Fraternalmente,
Vaticano, 5 de septiembre
de 2016
FRANCISCUS PP.
REGIÓN PASTORAL BUENOS AIRES
Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris
laetitia
Estimados sacerdotes:
Recibimos con alegría la exhortación Amoris laetitia, que nos llama ante todo a
hacer crecer el amor de los esposos y a motivar a los jóvenes para que opten
por el matrimonio y la familia. Esos son los grandes temas que nunca deberían
descuidarse ni quedar opacados por otras cuestiones. Francisco ha abierto
varias puertas en la pastoral familiar y estamos llamados a aprovechar este
tiempo de misericordia, para asumir como Iglesia peregrina la riqueza que nos
brinda la Exhortación Apostólica en sus distintos capítulos.
Ahora nos detendremos solo en el capítulo VIII, dado
que hace referencia a “orientaciones del Obispo” (300) en orden a discernir sobre el posible
acceso a los sacramentos de algunos “divorciados en nueva unión”. Creemos
conveniente, como Obispos de una misma Región pastoral, acordar algunos
criterios mínimos. Los ofrecemos sin perjuicio de la autoridad que cada Obispo
tiene en su propia Diócesis para precisarlos, completarlos o acotarlos.
l) En primer lugar recordamos que no conviene hablar
de “permisos” para acceder a los sacramentos, sino de un proceso de
discernimiento acompañado por un pastor. Es un discernimiento “personal y
pastoral” (300).
2) En este camino, el pastor debería acentuar el
anuncio fundamental, el kerygma, que estimule o renueve el encuentro
personal con Jesucristo vivo (cf. 58).
3) El acompañamiento pastoral es un ejercicio de la
“via caritatis”. Es una invitación a seguir “el camino de Jesús, el de la
misericordia y de la integración” (296). Este itinerario reclama la caridad
pastoral del sacerdote que acoge al penitente, lo escucha atentamente y le
muestra el rostro materno de la Iglesia, a la vez que acepta su recta intención
y su buen propósito de colocar la vida entera a la luz del Evangelio y de
practicar la caridad (cf. 306).
4) Este camino no acaba necesariamente en los
sacramentos, sino que puede orientarse a otras formas de integrarse más en la
vida de la Iglesia: una mayor presencia en la comunidad, la participación en
grupos de oración o reflexión, el compromiso en diversos servicios eclesiales,
etc. (cf. 299).
5) Cuando las circunstancias concretas de una pareja
lo hagan factible, especialmente cuando ambos sean cristianos con un camino de
fe, se puede proponer el empeño de vivir en continencia. Amoris laetitia no
ignora las dificultades de esta opción (cf. nota 329) y deja abierta la posibilidad de
acceder al sacramento de la Reconciliación cuando se falle en ese propósito
(cf. nota 364, según la enseñanza de san Juan Pablo
II al Cardenal W. Baum, del 22/03/1996).
6) En otras circunstancias más complejas, y cuando no
se pudo obtener una declaración de nulidad, la opción mencionada puede no ser
de hecho factible. No obstante, igualmente es posible un camino de
discernimiento. Si se llega a reconocer que, en un caso concreto, hay
limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad (cf. 301-302), particularmente cuando una persona
considere que caería en una ulterior falta dañando a los hijos de la nueva unión,
Amoris laetitia abre la posibilidad del acceso a los sacramentos de la
Reconciliación y la Eucaristía (cf. notas 336 y 351). Estos a su vez disponen a la persona a
seguir madurando y creciendo con la fuerza de la gracia.
7) Pero hay que evitar entender esta posibilidad como
un acceso irrestricto a los sacramentos, o como si cualquier situación lo
justificara. Lo que se propone es un discernimiento que distinga adecuadamente
cada caso. Por ejemplo, especial cuidado requiere “una nueva unión que viene de
un reciente divorcio” o “la situación de alguien que reiteradamente ha fallado
sus compromisos familiares” (298). También cuando hay una suerte de
apología o de ostentación de la propia situación “como si fuese parte del ideal
cristiano” (297). En estos casos más difíciles, los pastores
debemos acompañar con paciencia procurando algún camino de integración (cf. 297, 299).
8) Siempre es importante orientar a las personas a
ponerse con su conciencia ante Dios, y para ello es útil el “examen de
conciencia” que propone Amoris laetitia 300,
especialmente en lo que se refiere a “cómo se han comportado con sus hijos” o
con el cónyuge abandonado. Cuando hubo injusticias no resueltas, el acceso a
los sacramentos es particularmente escandaloso.
9) Puede ser conveniente que un eventual acceso a los
sacramentos se realice de manera reservada, sobre todo cuando se prevean
situaciones conflictivas. Pero al mismo tiempo no hay que dejar de acompañar a
la comunidad para que crezca en un espíritu de comprensión y de acogida, sin
que ello implique crear confusiones en la enseñanza de la Iglesia acerca del
matrimonio indisoluble. La comunidad es instrumento de la misericordia que es
“inmerecida, incondicional y gratuita” (297).
10) El discernimiento no se cierra, porque “es
dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a
nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena” (303), según la “ley de gradualidad” (295) y confiando en la ayuda de la gracia.
Somos ante todo pastores. Por eso queremos acoger
estas palabras del Papa: “Invito a los pastores a escuchar con afecto y
serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las
personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a
reconocer su propio lugar en la Iglesia” (312).
Con afecto en Cristo.
Los Obispos de la Región
5 de septiembre de 2016
***