15 may 2010

La agricultura, la más honesta de las ocupaciones



La agricultura, la más honesta de las ocupaciones

ARISTÓTELES, Economía doméstica, Libro I.

[1343 b] Capítulo 2. Partes que componen la entidad familiar y problemas que suscitan las relaciones entre ellas


Las partes componentes de una familia [1] son las existencias humanas y los bienes y efectos móviles o inmuebles. Y así como la familia no es una excepción a la regla de que la naturaleza de una cosa debe primeramente ser estudiada en su más escueta y simple forma, seguiremos a Hesíodo y comenzaremos por sentar este postulado:

Se necesita primero la casa y la finca, y una mujer; un robusto buey de labranza, para la tierra.

Porque el lugar tiene la precedencia entre nuestras necesidades físicas, y la mujer la tiene entre nuestros compañeros libres. Por esta razón uno de los cometidos del arte de la administración doméstica es el de establecer un orden en las relaciones mutuas entre el hombre y la mujer; en otras palabras: procurar que ello sea lo que debe ser.

De entre las ocupaciones que se dirigen a atender nuestras posesiones y bienes muebles, vienen en primer lugar las que son naturales. Entre esas ocupaciones, la precedencia corresponde a cualquiera que vaya dirigida al cultivo de la tierra; aquellas que, como la minería, van dirigidas a extraer la riqueza de su seno, ocupan el segundo lugar. La agricultura es la más honesta de todas estas ocupaciones; supuesto que la riqueza que ella produce no deriva de otros hombres. En esto se distingue del comercio y de los empleos asalariados, que adquieren la riqueza de otros por medio de su consentimiento; y de la guerra, que la saca por la fuerza y sujeción. Eso es también una ocupación natural, porque, por convenio de la naturaleza, todas las criaturas reciben el sostenimiento de sus madres, y el género humano, como los demás, lo recibe de su madre común, la tierra.

Además de todo eso, la agricultura contribuye notablemente a la formación del carácter verdaderamente viril, porque, contrariamente a las artes mecánicas, no estropea ni debilita los cuerpos de los que se dedican a ello, sino que los habitúa a la vida al aire libre y al trabajo y los vigoriza de cara a los peligros de la guerra. Porque las posesiones de los agricultores y granjeros, contrariamente a las de los demás hombres, están fuera de las defensas de la ciudad.

Nota

[1] El término «familia», en la antigüedad, comprende tanto los componentes humanos de la misma en sentido amplio –parientes, trabajadores, esclavos–, como los bienes materiales de cualquier clase que hacen posible y garantizan la vida y prosperidad del conjunto. En la traducción nos atenemos siempre, para la palabra «familia», a esta acepción amplia del término [Francisco de P. Samaranch].

Fuente

Aristóteles, Obras. Aguilar S.A. ediciones (Segunda edición –primera reimpresión– 1973), p. 1378.

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