La atención de las personas homosexuales. Nota psicológica
Bartholomew Kiely, S.J.
1. Introducción. 2. El origen de la homosexualidad masculina. 3. El origen de la homosexualidad femenina. 4. Carácter defensivo de las relaciones homosexuales. 5. Variedad concreta de la condición homosexual. 6. Transición a la valoración moral objetiva. 7. Algunas implicaciones para la atención pastoral de las personas homosexuales
La atención de las personas homosexuales. Nota psicológica
1. Introducción
El objetivo de este artículo consiste en mostrar al lector no especialista en psicología una visión sintética de la condición homosexual a la luz de la psicología contemporánea, añadiendo alguna referencia bibliográfica para una mejor comprensión de la Carta. La tarea no es sencilla. Entre los psicólogos contemporáneos hay algunos que se inspiran en el empirismo mecanicista y otros en la filosofía de Platón y, entre estas dos posiciones extremas, se encuentra toda una gama de posiciones intermedias. La «crisis de valores» de los últimos veinte años ha tenido también su repercusión en el campo psicológico: son muchos los psicólogos que no aceptan un orden moral objetivo [1]. Además, existe un debate en la psicología-psiquiatría sobre la valoración de la condición homosexual. Algunos piensan más o menos del siguiente modo: la gratificación de las necesidades más intensas de la persona es de importancia central para su realización como persona; no existe un criterio objetivo para discriminar entre necesidades moralmente aceptables y necesidades no aceptables, sino que todo depende de las preferencias subjetivas de la persona individual; la persona que encuentra en sí tendencias homosexuales tiene un derecho a la gratificación sexual igual al de la persona con tendencias heterosexuales. Este planteamiento relativista se encuentra incluso en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders de la American Psychiatric Association, tercera edición [2], que considera la homosexualidad un desorden sólo cuando no es querida por la persona; es decir, cuando es «ego-dystonic» (pp. 281-282) [3].
[1] Nótese que el relativismo moral no es una característica de la psicología en cuanto tal. La psicología puede también desempeñar un papel positivo como aliado de las ciencias sagradas; depende del modo en el que se estructura la necesaria integración. Sobre este punto se volverá al final del artículo.
[2] American Psychiatric Association, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Third edition, A.P.A., Washington D.C., 1980.
[3] El proceso por el que se ha llegado a esta posición sobre la homosexualidad, que supone un componente relevante de presión política, lo discute SOCARIDES en Socarides C.W., «The Sexual Deviations and the Diagnostic Manual», American Journal of Psychotherapy, 32 (178) 414-426.
- La posición de este Manual sobre la homosexualidad se basa, en última instancia, sobre los presupuestos generales de la subjetividad de los valores; no se trata de una posición puramente científica. Un sondeo independiente hecho entre psiquiatras americanos mientras el Manual se estaba preparando ha mostrado que la mayoría continuaban considerando la homosexualidad una alteración [4].
[4] H. L. LIEF, Sexual Survey n° 4: current thinking on homosexuality, Medical Aspects of Human Sexuality, 11 (1977) 110-111.
- En la psicología contemporánea, quien acepta la objetividad al menos de algunos valores, sobre todo la madurez motivacional y la libertad de la «sobredeterminación» (over-determination) en la motivación y en el comportamiento [5], en general considera la homosexualidad objetivamente un desorden y, con más precisión, una estrategia o mecanismo de defensa contra problemas más profundos enraizados en la persona a causa de su propia historia evolutiva; por ejemplo: Socarides [6], Lesse [7], Barnhouse [8], Moberley [9], y Bieber & Bieber [10]. En los párrafos siguientes intentaré presentar en forma sintética esta visión más crítica de la condición homosexual, con algunas de las razones principales por las que la homosexualidad se considera una condición objetivamente desordenada. Es importante notar que aquí se usa el término «desorden» en su sentido psicológico-psiquiátrico y todavía no en un sentido moral.
[5] Cf. SOCARIDES, op. cit., pp. 415-418.
[6] Op. cit.
[7] S. LESSE, Editorial, American Journal of Psychoterapy, 27 (1973) 151-154; S. LESSE, Edtorial, American Journal of Psychoterapy, 28 (1974) 1-3.
[8] R. T. BARNHOUSE, Homosexuality: a symbolic confusion, Seabury Press, New York, 1977.
[9] E. MOBERLEY, Homosexuality: structure and evaluation, Theology, 83 (177-184).
[10] I. BIEBER, T. B. BIEBER, Male Homosexuality, Canadian Journal of Psychiatry, 24 (1979) 409-421.
2. El origen de la homosexualidad masculina
Probablemente, el modo más fácil de llegar a comprender la condición homosexual es considerar su origen.
La cuestión de una posible predisposición biológica hacia la homosexualidad es una cuestión que todavía no ha sido completamente aclarada [11]. De todos modos, aun en el caso de que exista esta predisposición biológica, de ahí no se sigue que esta predisposición se deba considerar normal; existen, al parecer, predisposiciones biológicas a otras alteraciones psíquicas que no por esto se consideran «normales». La evidencia de la que se dispone indica que la evolución psíquica de la persona, durante la que forma sus procesos simbólicos, es de importancia central en el desarrollo de una orientación homosexual.
[11] R. CREEN, Homosexuality, in: Comprehensive Textbook of Psychiatry, third edition, ed. Freedman A. M. et al., Williams & Wilkins, Baltimore, 1980, vol. 2, pp. 1762-1780.
- La investigación más seria y amplia hecha sobre este tema ha sido resumida por Bieber & Bieber en un artículo de 1979. Se refiere a la homosexualidad masculina, que ha sido más estudiada que la femenina. Bieber & Bieber basa sus conclusiones en entrevistas realizadas a más de mil homosexuales varones, y también en entrevistas hechas a alrededor de cien parejas de padres que tenían un hijo homosexual.
En la mayor parte de los casos (no en todos) el hijo homosexual tenía una relación demasiado íntima con la madre que se caracterizaba por un cierto tono erótico más o menos escondido; con frecuencia la madre prefería este hijo a su marido. Por el contrario, la relación entre el padre y el hijo se caracterizaba siempre por una actitud de agresión y competencia por parte del padre; a veces de manera escondida y, más frecuentemente, de manera abierta. La relación difícil entre el hijo y el padre dificulta el proceso de maduración psicosexual en el hijo. La tarea del joven varón de separarse de la relación infantil con la madre y establecer en su lugar una identificación preferencial con el padre se ha hecho demasiado difícil. «Un chico que se transforma en homosexual deja la infancia con un profundo odio y miedo al padre, pero también con un enorme deseo del afecto y de la aceptación paterna. No hemos entrevistado nunca a un homosexual masculino que fuese amado y estimado abiertamente por el padre. Hemos dicho y escrito repetidas veces que un chico que goza de una buena relación con su padre no llegará a ser homosexual; ... mientras que no es verdad que el hijo de un padre agresivo tenga que llegar a ser homosexual» [12]. No haber encontrado ninguna excepción a esta configuración de la relación entre padre e hijo homosexual en el estudio de más de mil casos da un peso notable a las conclusiones de estos autores [13]. Los autores indican además que, mientras que un buen padre puede neutralizar el efecto de una madre demasiado íntima (cuando existe este problema en la relación madre-hijo), favoreciendo el crecimiento del hijo hacia una masculinidad madura, un padre demasiado duro por el contrario acaba por reforzar la relación patológica con la madre. Se comienza a intuir en qué sentido el comportamiento homosexual puede tener un significado defensivo; puesto que la sexualidad en general es una realidad muy plástica, capaz de contener muchos significados simbólicos [14], puede expresar tanto el deseo del afecto paterno como la agresión hacia el padre.
[12] BIEBER & BIEBER, p. 411.
[13] SOCARIDES (op. cit., pp. 419-420) menciona las conclusiones alcanzadas por unanimidad por una comisión de once psiquiatras de Nueva York después de dos años de trabajo intenso (470-472); estas conclusiones son muy parecidas a las de Bieber.
[14] M. A. FRIEDERICH, Motivations for Coitus, Clinical Obstetrics and Gynecology, 13 (1970) 691-700.
3. El origen de la homosexualidad femenina
El desarrollo de la sexualidad femenina no ha sido estudiado con la misma atención; parece que, entre las mujeres, la homosexualidad es menos frecuente. De acuerdo con Barnhouse [15], la chica, mientras permanece identificada con su madre, debe establecer una independencia de la madre suficiente para adquirir una identidad propia. Debe aprender de su madre el valor de ser mujer; debe adquirir también una seguridad suficiente en la relación con los varones y, sobre todo, con su padre. La realización de estas tres tareas puede ser defectuosa. La madre quizá no permite suficientemente la individuación de su hija. La madre puede transmitir de maneras diversas a la hija que ser mujer es una desgracia y que la relación con un hombre sólo puede causar sufrimiento. El padre puede ser duro o cruel, y crear en la hija miedo a los hombres en general. Consecuentemente, la hija, buscando conciliar la propia sexualidad con el miedo al hombre y con su deseo de seguridad puede buscar relaciones homosexuales, usando la homosexualidad como estrategia defensiva de modo análogo a la del varón.
[15] 8, op. cit. capítulo 7.
4. Carácter defensivo de las relaciones homosexuales
Moberley [16], tratando de la homosexualidad en general afirma: «en medio de muchísimos detalles se sugiere un principio constante de modo subyacente: que el homosexual, sea varón o mujer, ha sufrido alguna carencia en la relación con el padre del mismo sexo; y que existe una tendencia correspondiente a reparar esta falta, por medio de relaciones con personas del mismo sexo, esto es, relaciones homosexuales».
[16] 9, op. cit. p. 178.
- Se puede decir, por lo tanto, en pocas palabras, que el encuentro homosexual, tal como es descrito por la persona homosexual en el curso de una psicoterapia parece ser un encuentro entre dos personas, cada una de las cuales se siente incompleta (como varón, o como mujer). Cada persona usa a la otra para completarse a sí misma; deseando no sólo una gratificación sexual en sentido estricto, sino también un sentido de seguridad, protección, autoestima, dominio, etc. En el caso extremo, simulan ser juntos una sola persona más completa. En este sentido el encuentro homosexual es diverso del heterosexual.
El encuentro heterosexual se da entre dos personas diversas físicamente y también psicológicamente y, por lo tanto, complementarias como hombre y mujer; y las diferencias son causa de alegría. Si Romeo posee una hermosa voz baja y profunda, mientras que Julieta es soprano, no se envidian el uno al otro; pueden cantar en armonía. En el encuentro homosexual, sin embargo, falta esta diversidad y complementariedad. Incluso la diferencia numérica entre las personas parece a veces oscurecerse [17]. Para cada uno de los partners, el otro se convierte en parte de su propio «sistema defensivo» [18]. Mientras se mantiene una relación homosexual hay normalmente un aspecto de tensión evidente o latente en la relación [19]. A veces se tiene la impresión de que una relación de este tipo se mantiene fundamentalmente a través de un ciclo de ofensas y reconciliaciones, como si la felicidad o la serenidad de uno de los partners pudiese poner fin a la relación y, por lo tanto, no pudiera permitirse.
[17] J. A. KIEPSTAN, C. S. BEPKO, «The problem of Fusion in the Lesbian Relationship», Family Process, 19 (1980) 277-289.
[18] M. M. R. KHAN, The function of Intimacy and Acting Out in Perversions, in Sexuality and Identity, ed. H. M. Ruitenbeel, Delta Books, New York, 1970, pp. 372-389.
[19] I. BIEBER, Homosexuality, in: Comprehensive Textbook of Psychiatry, ed. Freedman A. M., Kaplan H. I., first edition, Williams & Williams, Baltimore, 1967, pp. 964-965.
5. Variedad concreta de la condición homosexual
Para evitar una excesiva simplificación hay que decir también que la condición homosexual no representa una realidad homogénea describible de manera unívoca. Existen diversos tipos de homosexualidad más o menos irreversibles que pueden estar acompañados por diversos grados de psico-patología.
Según Ovesey [20], podemos distinguir tres categorías diversas de motivación implicadas en las relaciones o tendencias homosexuales: la dependencia afectiva, el poder o dominio, y finalmente la gratificación sexual en sentido estricto. En el homosexual manifiesto (overt), la gratificación sexual posee importancia primaria, aunque también son importantes las motivaciones de dependencia y de dominio. En el pseudohomosexual, sin embargo, prevalece la motivación de dependencia o de dominio (o las dos); la fuerza de estas motivaciones la lleva a establecer con otra persona del mismo sexo relaciones que pueden adquirir, como manifestación secundaria, un carácter erótico. A estos dos tipos descritos por Oversey, parece necesario añadir también un tercero, la homosexualidad imaginaria o temida. Afecta sobre todo a los varones adolescentes en periodos de mayor depresión o inseguridad. Temen ser homosexuales, pero sin haber experimentado nunca una atracción homosexual clara o, a lo sumo, una atracción pasajera; parece, por decirlo de algún modo, una forma de hipocondría psicológica.
[20] L. OVESEY, Homosexuality and Pseudohomosexuality, Science House, New York 1969, pp. 28-31.
- Existen también diversos grados de irreversibilidad en la condición homosexual. La homosexualidad imaginaría o temida es probablemente una preocupación pasajera. La pseudo-homosexualidad debería ser relativamente fácil de superar, siempre que se pueda superar la parte no sexual del problema. La homosexualidad manifiesta, en el sentido de Ovesey, será en general difícil de superar. Existen personas homosexuales, sobre todo de sexo masculino, que han tenido una orientación exclusivamente homosexual desde la pubertad; para estas personas será muy difícil librarse de la orientación homosexual. Para algunos será probablemente imposible cambiar en este sentido.
La persona homosexual, por último, puede no tener prácticamente otras alteraciones que las que se refieren a la tendencia homosexual o puede sufrir simultáneamente otros disturbios, incluso graves [21]. Era necesario hacer referencia a esta variedad general en la condición homosexual para no dar la impresión de una homogeneidad que no existe. Después de esta matización se puede decir también, de todos modos, que el significado simbólico de las relaciones o tendencias homosexuales será en general, aunque con muchos matices diversos, como se ha descrito en las secciones 2-4.
[21] O. F. KERNBERG, Borderline Conditions and Pathological Narcissim, Aronson, New York, 1975, pp. 328-331.
6. Transición a la valoración moral objetiva
Teniendo presente lo que se ha dicho hasta el momento, los actos homosexuales se presentan como la manifestación de una estrategia con la que la persona homosexual intenta defenderse de problemas subyacentes, más o menos inconscientes, que no ha conseguido resolver. En el acto homosexual una persona intenta usar a otra como parte de su sistema defensivo. Este modo de actuar contradice de manera obvia el sentido cristiano de la sexualidad humana como autodonación recíproca en la complementariedad de los sexos, como autotrascendencia en el amor del tú humano y del Tú divino (nn. 6-7 de la Carta). Los actos homosexuales, como otras maniobras defensivas, pueden producir un alivio momentáneo en la persona; pero, a largo plazo, no resuelven sus problemas más profundos, incluidas sus aspiraciones de trascendencia [22]. Los actos homosexuales pueden corresponder a la búsqueda de un bien parcial pero no corresponden al bien integral de la persona [23], en última instancia porque no corresponden al plan del Dios Creador para la realización humana (nn. 2, 6, 7). Finalmente, por lo tanto, las reflexiones psicológicas aquí presentadas coinciden con la valoración moral de los actos homosexuales como «intrínsecamente desordenados»... y «actos privados de sus finalidades esenciales e indispensables», «que no pueden ser aprobados en ningún caso» [24]. Se advierta de todos modos que según el análisis que aquí se ha realizado, la finalidad que falta no afecta sólo al significado procreativo de la sexualidad (no consiste sólo en que los actos homosexuales no pueden ser fecundos); afecta en primer lugar a la integridad del significado unitivo, porque los actos homosexuales son en el fondo defensivos y no autotrascendentes.
[22] Cf. L. M. RULLA et al., Antropologia della Vocazione Cristiana, II: conferme esistenziali, Edizioni Piemme, Casale Monferrato, 1986, cap. 8.
[23] Cf. Humanae vitae, n. 7; Familiaris consortio, n. 32, 3.
[24] Ibid., n. 32, 1; Declaración sobre algunas cuestiones de ética sexual (1975), n. 8, 4.
7. Algunas implicaciones para la atención pastoral de las personas homosexuales
La distinción entre una orientación homosexual y los actos homosexuales [25] es de importancia obvia en este contexto. La persona, evidentemente, no es responsable de la tendencia homosexual que experimenta en cuanto se trata del resultado de una historia evolutiva difícil no querida por la misma persona. La responsabilidad de la persona afecta a lo que hace frente a esas tendencias.
[25] Carta a los Obispos, n. 3, 1; Declaración, n. 8.
- Las dos implicaciones principales para la atención pastoral que se siguen del análisis realizado aquí coinciden con dos tema centrales de la Carta. En resumen: hay que ayudar a la persona homosexual de todos los modos posibles, lo que no significa animarla a actuar de acuerdo con sus principios homosexuales, sino lo contrario.
En primer lugar, como las personas homosexuales están ya heridas en su autoestima, hay que tratarlos siempre con mucho respeto y caridad. Hay que respetar siempre sus derechos de persona (n. 10). Tienen una necesidad especial de ser estimulados a llevar su cruz particular y participar así del Misterio Pascual de Jesucristo (n. 12). Adecuados programas de atención pastoral les ayudarán a profundizar en su vida espiritual y sacramental (n. 15). Tienen una necesidad especial del apoyo de la comunidad cristiana (n. 15), también para no definir su identidad exclusivamente en función de su orientación sexual (n. 16). Entre las contribuciones que ofrecen las ciencias psicológicas, sociológicas y médicas (n. 17) se puede sugerir de modo particular la posibilidad de sugerir a las personas homosexuales que emprendan una adecuada psicoterapia del profundo cuando sea posible. Bieber & Bieber [26] afirman que del 30 al 50 por ciento de los varones homosexuales pueden, con la ayuda de una terapia de este tipo, superar el problema de su orientación homosexual. Y cuando no resulta posible para la persona cambiar su orientación homosexual, esta terapia le puede ayudar a alcanzar un mayor dominio de sus impulsos y a tener más paz consigo misma.
[26] BIEBER & BIEBER, op. cit., p. 416.
- En segundo lugar, está claro que todas estas posibles atenciones tienen como objeto ayudar a la persona homosexual a superar sus problemas. Esto es lo contrario de aceptar la homosexualidad como algo normal y después permitir o favorecer su expresión a nivel de actos homosexuales. Sería como dar de beber al alcoholizado; significaría favorecer una estrategia defensiva que es intrínsecamente desordenada tanto moral como psicológicamente, que no resuelve los problemas más profundos de la persona, sino que a largo plazo aumentará la dificultad de su situación. Actuar de este modo no es ni caritativo ni sabio; es simplemente equivocado.
Dada la dificultad en la que se encuentra la persona homosexual, es importante no hacer su situación todavía más difícil presentándole una enseñanza moral falsa o ambigua (nn. 13, 14, 15), cediendo quizá a diversas formas de presión social (nn. 8, 9, 14). Quien se encuentra frente a un deber difícil, pero con la duda de que se trati1 verdaderamente de un deber, no tiene muchas posibilidades de superar las dificultades.
A estas dos indicaciones principales de la Carta se puede añadir también otro punto que está, por así decir, a mitad de camino entre los dos puntos principales. Frente a la debilidad que se puede encontrar en algunas personas homosexuales (como en otras personas), es útil tener presente «la ley de la gradualidad» [27]. La «ley de la gradualidad» es aplicable por analogía también a los problemas de los homosexuales, al menos, según el parecer del que subscribe. Es diferente de la idea de la «gradualidad de la ley» [28] que se encuentra también bajo el nombre de «proporcionalismo». Sin presumir que todas las personas homosexuales carecen de libertad esencial en la esfera sexual (n. 11), hay que reconocer la probabilidad que para algunos de ellos el camino a la libertad presentará dificultades notables. Aunque su libertad esencial no haya sido eliminada, su libertad efectiva puede estar limitada en grados diversos [29]. La «ley de la gradualidad» implica que, cuando existe una debilidad real y no fingida en relación a una norma moral, la persona está obligada a esforzarse sinceramente «para poner las condiciones necesarias para observar esta norma» [30]. En otras palabras, hay que proteger a la persona del desánimo cuando el camino hacia una vida de castidad cristiana presenta dificultades especiales y está acompañado por repetidos fracasos.
[27] Familiaris consortio, n. 34, 4.
[28] Ibid.
[29] Cf. nota 20.
[30] Familiaris consortio, n. 34, 4.
- Un problema como la atención pastoral a las personas homosexuales pone de manifiesto la importancia general de una integración entre las ciencia humanas y las ciencia sagradas para tener una visión más completa de la persona humana en su grandeza de hijo de Dios y también en su división interna (Gaudium et spes, 10). Esta división interna, con raíces también inconscientes, resulta quizá particularmente evidente en un problema como la homosexualidad, pero no se limita a estos problemas dramáticos y no se limita al sector de la psicopatología en el sentido psiquiátrico corriente. Se manifiesta también de muchas otras maneras no psicopatológicas: dificultad en vivir la vocación sacerdotal, religiosa o matrimonial; abandono de estas vocaciones; «protagonismo» y dificultades en la colaboración u obediencia, y en otros modos en los que las personas encuentran dificultades en vivir «según la verdad en la caridad» (Ef 4, 15), dificultades que muchas veces la misma persona no consigue entender a fondo. Una integración apropiada de las ciencias humanas y sagradas puede iluminar muchos problemas que encontramos. Dos obras recientes que afrontan la necesidad de una integración de este tipo pueden ser interesantes para el lector [31].
[31] L. M. RULLA, Antropologia della Vocazione Cristiana, I: Basi interdisciplinari, Edizioni Piemme, Cásale Monferrato, 1985; RULLA y otros Antropologia della vita cristiana, H: conferirte esistenziali, Edizioni Piemme, Casale Monferrato 1986.
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